También conocido como retablo de autómatas, tiene una procedencia muy similar a la de los muñecos articulados. Se define autómata como un ingenio mecánico que, con sus movimientos recrea la vida particular de cualquier ser o cosa. Los primeros ejemplos de autómatas se registran en la antigua Etiopía, hacia el año 1500 a. C., cuando se construye una estatua de Memon que emitía sonidos cuando la iluminan los rayos del sol al amanecer. Otros ejemplos son la urraca voladora y el caballo saltador de King-su Tse, construidos en China en el siglo VI a. C., la paloma a vapor de Archytar entre el 400 y el 397 a. C o la orquesta mecánica de muñecos del Emperador Han de principios del siglo III a. C.
Sería en el siglo I d. C. con Herón de Alejandría cuando aparecerían los primeros diseños en su obra Autómata, donde encontramos pájaros que vuelan y beben, personajes en movimiento, molinos de viento o mecanismos hidráulicos a gran escala. Estos inventos tenían funcionalidad o se usaban como simple entretenimiento, al igual que se hizo posteriormente en el Imperio Romano, donde encontramos aportaciones como el banquete de Trimalco, diseñado exclusivamente para ser admirado por los asistentes y como muestra del poder adquisitivo. La cultura árabe heredó los conocimientos de la Antigüedad, dándoles una aplicación práctica en el mundo de la realeza, como los dispensadores automáticos de agua. Cabe mencionar que fueron grandes profesionales en la construcción de autómatas y relojes mecánicos gracias a la precisión de sus cálculos.
Durante la Edad Media, fue muy frecuente el uso de figuras articuladas que eran puestas en movimiento durante las ceremonias litúrgicas. Se trataba de hacer entender a los fieles los Misterios cristianos al mismo tiempo que se mostraba el poder de la Iglesia por medio de procedimientos teatrales espectaculares. Del periodo medieval también se conservan algunas referencias como el hombre de hierro de Alberto Magno (1204-1282), la cabeza parlante de Roger Bacon (1214-1294), el libro de bocetos de 1235 por Villard d’Honnecourt, que incluye mecanismos y autómatas animales y humanos o el Gallo del reloj de Estrasburgo, en funcionamiento desde 1352 hasta 1789 y conservado hasta la actualidad.
Será en el siglo XIV cuando los autómatas o teatros mecánicos aparecen en Europa, casi siempre relacionados con festividades navideñas. En el siglo XV las representaciones seguían girando en torno a las historias sagradas, pero tenían cierto trasfondo cómico. Por este motivo, las autoridades eclesiásticas empezaron a censurar enviando a prisión a titiriteros que en procesiones hacían representaciones irreverentes sobre los santos. Un siglo más tarde, algunos personajes destacados del Renacimiento combinan los inventos griegos con las novedades del momento para fascinar a los monarcas. Destaca el León Mecánico construido por Leonardo Da Vinci para el rey Luis XII de Francia, o el hombre de palo construido por Juanelo Turriano para el Emperador Carlos V con forma de monje que se movía.
En los siglos XVI y XVIII los relojeros artesanos desarrollaron ingenios mecánicos que tenían ya características de los robots actuales, que representaban personas, animales o pueblos enteros, utilizados para entretener en la Corte y como atracción a las ferias. En 1649, Salomón de Camus ingenió para el rey Luis XIV varios artefactos, como un carruaje con caballos y personajes que se podían mover, fuentes ornamentales, naturaleza, etc. Otros ejemplos son el pavo real del general de Gennes de 1688 o el famoso pato mecánico de Jacques de Vaucanson, que conseguía efectos muy realistas. Hacia el siglo XVIII se construyeron en Suiza algunos autómatas capaces de escribir, dibujar y tocar diversas melodías, y en el siglo XIX los Maillardet construyeron un escritor bilingüe y dibujante de paisajes o un mecanismo “mágico” que respondía preguntas, ingenios que han asentado definitivamente las bases de la robótica contemporánea.