LO FINGIDO VERDADERO

Compuesta en 1608, Lo fingido verdadero es una tragicomedia inspirada en la vida de San Ginés, un actor que se convirtió en mártir tras convertirse al cristianismo. Lope de Vega nos traslada a la segunda mitad del siglo II d.C., donde asistimos a una vertiginosa sucesión de emperadores romanos. El césar Aurelio Caro es fulminado por un rayo mientras se encontraba en la campaña de Persia. Poco después, su hijo y heredero, el lascivo Carino, es apuñalado en Roma por el marido de una de sus amantes. Entretanto el hermano menor de Carino, Numeriano, enferma gravemente durante el regreso de Asia del ejército y muere en su tienda, pero su yerno, el prefecto Apro, oculta la noticia a la tropa para hacerse con el poder hasta que los soldados, alarmados por el olor a putrefacción, descubren el cadáver. Uno de ellos, Diocleciano, venga la muerte de Numeriano matando a Apro y, cumpliento así una profecía que le había vaticinado su destino, se convierte en emperador, honor que decide compartir con Maximiano.

A estos hechos históricos se les superpone el relato de la vida de Ginés, actor y director de una compañía de cómicos que actúa ante el emperador. Ginés está enamorado de Marcela, la primera actriz, pero esta está enamorada del galán de la compañía, Octavio. La vida y el teatro se confunden cuando, justo antes de salir al tablado, Ginés descubre a los amantes in fraganti. En el transcurso de esta representación Ginés comienza a improvisar y pone en escena sus propios celos, ocasión que Octavio y Marcela aprovechan para huir. Al día siguiente, Diocleciano le encarga representar una farsa para burlarse de los cristianos, que entonces constituían un secta perseguida, pero durante el espectáculo Ginés recibe la visita de un ángel y experimenta una transformación que le hace rebelarse contra los dioses paganos y contra el mismo emperador, quien lo manda matar.

En nuestra versión, por la que el director argentino Claudio Hochman recibió el premio Ágora 2010 a la Mejor Puesta en Escena en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, cinco actores y más de veinte títeres de madera encarnan esta galería de personajes a medio camino entre la realidad y la ficción, entre la historia y el teatro, todo ello animado por la música que los cómicos interpretan en escena y contando con un sentido del humor ácido y transgresor.

En el marco desnudo de esta máquina real somos testigos de un complejo juego de ambición, venganza, secretos, pasiones, celos…, un juego que acabará confundiendo a los propios actores de esta fábula. ¿Dónde están, pues, los límites entre lo fingido y lo verdadero?

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