El Teatro de Sombras se define como un espectáculo basado en la creación de un efecto óptico teatralizado que consiste en la interposición de objetos o manos entre una fuente de iluminación y una superficie lisa y traslúcida, de tal manera que esta interposición genera un juego de sombras que pueden representar figuras en movimiento.
Se considera una de las más antiguas formas de teatro de títeres, ya que han surgido referencias en algunas investigaciones para establecer el inicio del Teatro de Sombras en el periodo prehistórico con el reflejo del fuego sobre las paredes de las cuevas, pero a falta de evidencias que confirmen estas prácticas, se establece el origen del Teatro de Sombras en Asia, donde se conservan algunos testimonios sobre este tipo de espectáculo en China o la India, como la leyenda del Emperador Wu-Ti (siglo II a.C) o las interpretaciones escénicas del Mahabharata (siglo IV a.C).
Este tipo de representación fue recibida con gran entusiasmo en la mayoría de los países asiáticos, ya que se trataba de un espectáculo de carácter popular que se exhibía en zocos, calles y plazas, pero también tenía gran éxito entre las clases más influyentes y poderosas del momento. Fue importante la aceptación de este espectáculo entre las culturas que prohibían la representación figurativa, dado que estas inocentes piezas mostraban siluetas o contornos, y no figuras exentas, por lo que salieron airosas, a diferencia de otros tipos de manifestaciones teatrales.
Por estas razones, el Teatro de Sombras fue extendiéndose con la expansión árabe por todo el norte de África hasta alcanzar la Península Ibérica, presentándose en Al-Andalus hacia el siglo XI, como señala el polígrafo andalusí Ibn Hazm (+1064) mencionando las primeras manifestaciones del khayal al-zill o khayal (teatro de sombras) hacia el siglo XI, o como señalan algunos pasajes que mencionan la existencia de un titiritero egipcio en Córdoba en esta misma centuria.
El Teatro de Sombras o khayal en la Península Ibérica solía representarse durante festividades del calendario musulmán. El espectáculo consistía en una gran pantalla donde se proyectaban una serie de sombras generadas por la interposición de títeres planos entre la pantalla y una antorcha con fuego. Estas siluetas estaban hechas con pieles recortadas y coloreadas unidas a un bastoncillo o palo, generalmente de madera, que servía para sujetar y mover las figuras, aunque algunos escritos de este periodo mencionan el desarrollo de novedades técnicas que implicaban algunas variantes de este sistema que posteriormente darían lugar al surgimiento de los Retablos Mecánicos medievales.
El titiritero podría manipular este tipo de títere sólo o con ayuda para mover todos los personajes, y se solían recitar o cantar obras clásicas de la poesía árabe (una mezcla de seriedad y broma), en prosa o en verso, sobre géneros lúdicos y festivos representados en loas, poemas épicos, sátiras, elegías, temas amatorios o descripciones de la vida cotidiana y la historia de cada lugar.
En el siglo XIII también se confirma la presencia de este espectáculo en Al-Andalus, ya que conservamos el MS escorialense 469, documento que contiene un texto árabe para el Teatro de Sombras de Ibn Daniyal (1248-1310), autor que se ganó su elevada reputación entre los personajes más poderosos del momento gracias a este espectáculo. Sus obras se extendían desde Egipto hasta todos los lugares de dominio árabe, llegando a la península sus textos más famosos como los panegíricos a personajes ilustres o emires, sus obras poéticas sobre la vida cotidiana, la sociedad y la historia o su famosa trilogía de temática folclórica y festiva donde encontramos historias de amor y desamor o la descripción de un mercado egipcio del siglo XIII, donde nos presenta una gran variedad de personajes exóticos a través de una mezcla de sátira y realismo propias del estilo de Ibn Daniyal y del Teatro de Sombras que se representaba en el sur de España en este momento.