Exposición

EXPOSICIÓN

ACTORES SIN ALMA, MIL AÑOS DE FIGURAS EN ESCENA

Exposición de escenografías de la compañía La Máquina Real

Comisario Jesús Caballero

Desde el año 2005, un grupo de titiriteros  e investigadores, trabajamos en la elaboración de un proyecto documental, sobre la historia  del Teatro español de Títeres, y en cada documento que estudiamos, nos damos cuenta del tremendo vacío que hay en nuestra historia del teatro y, particularmente, en la historia del maltratado Teatro de Figuras.

Ya en el año 2007 iniciamos la recuperación del genero teatral de máquina real, con espectáculos como; El esclavo del demonio, Lo fingido verdadero o La selva sin amor, presentes hoy en todos los grandes festivales de teatro clásico de España y en Europa, este género es ya estudiado en las universidades de Madrid, Varsovia, Ithaca N.Y., L.A. California…

Pero para entender la importancia de la máquina real necesitamos estudiar los otros estilos teatrales que forman parte de nuestra Cultura y por ende de nuestra Historia y que no son del todo conocidos ni reconocidos como propios.

Tras la caída del mundo Romano, comenzó en la península ibérica un periodo de casi X siglos poco estudiado, donde convivían pueblos de diversas culturas; como la romana cristiana, la germánica, la islámica y la judía. Culturas que fueron conformando la lengua romance y la literatura castellana. Los intereses de reyes por el poder y de clérigos por el control de la moral, marcaron la estructura de la sociedad medieval y por extensión el arte y la forma de transmitirlo.

Las más antiguas formas de teatro de figuras son el Teatro de Sombras, usadas ya durante el periodo prehistórico, pero a falta de evidencias que confirmen estas prácticas, se establece el origen del Teatro de Sombras en Asia, donde se conservan algunos testimonios sobre este tipo de espectáculo en China o la India, como la leyenda del Emperador Wu-Ti (siglo II a.C) o las interpretaciones escénicas del Mahabharata (siglo IV a.C). el Teatro de Sombras fue extendiéndose con la expansión árabe por todo el norte de África hasta alcanzar la Península Ibérica, presentándose en Al-Andalus hacia el siglo XI, como señala el polígrafo andalusí Ibn Hazm (+1064) mencionando las primeras manifestaciones del khayal al-zill o khayal (teatro de sombras), o como señalan algunos pasajes que mencionan la existencia de un titiritero egipcio en Córdoba en esta misma centuria. Solía representarse durante festividades del calendario musulmán. El espectáculo consistía en una gran pantalla donde se proyectaban una serie de sombras generadas por la interposición de títeres planos entre la pantalla y una antorcha con fuego. Estas siluetas estaban hechas con pieles recortadas y coloreadas unidas a un bastoncillo o palo, generalmente de madera, que servía para sujetar y mover las figuras,

La poesía lírica popular formada por moaxajas y jarchas anónimas, se transmitirán de forma oral, de generación en generación, igual que las serranillas y los villancejos. Fue entonces cuando surgieron los tablados dominados por los juglares recitando romances y cantares de gesta acompañados de sencillas danzas y canciones. Estos juglares fueron los encargados de dar vida a los divertidos Bavasteles, siendo estos los primeros títeres corpóreos documentados en el hortus delicarum de 1167.

Al mismo tiempo que se iba desarrollando la épica medieval, con los cantares de gesta, relatando las hazañas de héroes, por otro lado con el oficio de los clérigos, se fue fijando en códices un conjunto de poemas narrativos cultos, de temática religiosa o histórica, escritos en cuaderna vía, para diferenciarlos así de los juglarescos.

De esta forma; de la poesía y sus lecturas dramatizadas se fue pasando al teatro medieval, en España que como en toda la Europa cristina se gestó dentro de la iglesia. Pocos son los documentos encontrados que hacen referencia al teatro medieval, donde las combinaciones de rezos recitados y cantados en latín durante las ceremonias religiosas atraían e impresionaban a los fieles. Estos recitales dieron origen a los tropos litúrgicos y posteriormente a lo que hoy definimos como drama litúrgico, desarrollado dentro del rito romano. Se celebran en las fiestas litúrgicas más importantes del año cristiano, al final del oficio de maitines, en las ceremonias del viernes de la semana de la Pasión y el Domingo de Pascua. Fue el texto de la Visitatio el que más éxito tuvo en las iglesias europeas, el texto aumentó en diálogos sacados de los evangelios hasta formar el Quem queritis. Es en estos espacios donde surgen los retablos mecánicos, con pequeñas figurillas articuladas colocadas en hornacinas, que ilustran la pasión de Cristo. Hasta el siglo XII se añadieron poemas de inspiración libre y distintos en cada iglesia. Dicha composición se podía usar tanto por libre como dentro de la misa.

Con este drama se pretendía dar mayor solemnidad a la liturgia romana, pero pronto se le dio una segunda finalidad; la de explicar de forma sencilla las sagradas escrituras a los fieles, que no entendían el latín.

Posteriormente en el siglo XII, tras el éxito de la Visitatio se compuso el drama Offi- cium Pastorum sacados de los evangelios apócrifos y el evangelio de san Lucas, rememorando la adoración de los pastores, y las escenas de pesebres, también con figuras móviles que adoraban a Jesús.

Es en el auto de los Reyes Magos, el Ordo stellae, donde encontramos el primer ejemplo manuscrito del teatro español, conservados 147 versos polimétricos, asignan un diálogo a cada uno de los reyes cuyos nombres proceden del Evangelio Armenio de la infancia.

El teatro pre-renacentista rápidamente fue volviéndose cada vez más satírico y obsceno, siendo expulsado de los templos. Las representaciones de Misterios y Milagros continuaron en las puertas de las iglesias, en atrios y plazas, pero cada vez más alejados del latín y la moral de la iglesia, dando lugar a las disputas y los juegos de escarnio, precursores de las coplas dialogadas del teatro renacentista.

El teatro no se alejó del todo de la iglesia, encontramos en el siglo XV los momos del Auto de Navidad de Gómez Manrique, escrito para ser representados en las iglesias y monasterios, o la Pasión de Lucas Fernández. Las obras teatrales de moralidades y milagros dan paso a las alegorías y con ellas a los autos sacramentales. También tenemos la representación del pecado y el mal con la participación de la tarasca, los gigantes y cabezudos, en las procesiones del Corpus por todo España, desde el siglo XIII hasta XVIII.

Como no podía ser menos, encontramos en las obras de Cervantes, las descripciones más precisas del devenir de los títeres y el teatro de figuras en España, como se puede leer en; El Licenciado Vidriera, el retablo de las maravillas o en el Quijote en el capítulo de Mease Pedro. Donde nos muestra a unos titiriteros de la legua, «vagamundos que malviven haciendo representaciones en las plazas y ventas, mostrando figurillas en sus retablos que volvían la devoción en risa».

Las puertas de las iglesias y las plazas se fueron abandonando cuando el teatro se convirtió en un oficio y las representaciones se trasladaron a los Corrales de Comedias. Convirtiéndose el teatro en esta época, en el sustento de muchos hospitales, que con el alquiler de sus corrales percibían una renta. Esta profesionalización del teatro se debió también a la abundante producción teatral que los poetas de este siglo ofrecían a los autores para su escenificación.

El siglo de oro del teatro español está en pleno esplendor y con él, la máquina real, género teatral que alcanzo su máximo desarrollo a partir de 1627, y como describe Francisco Cornejo «momento de la llegada del ingeniero y escenógrafo florentino Cosimo Lotti para trabajar al servicio de Felipe IV y desde los primeros momentos de la puesta en escena de la comedia de Lope de Vega La selva sin amor –estrenada el 18 de diciembre de dicho año–, se detecta el uso en el ámbito cortesano de la palabra ‘máquina’ con el sentido de las macchine italianas, es decir, de las tramoyas o aparato teatral. El pintor del rey Vicente Carducho cita, por ejemplo el “portátil teatro para hazer comedias de máquinas, como las que estos días se han hecho, adonde Cosme Loti ha logrado con pasmo general sus admirables e inauditas transformaciones”. El propio Lope, en la “Dedicatoria” de la primera edición de la comedia (1630), describe cómo Amor, el hijo de Venus, “por lo alto de la máquina revolaba”».

En 1765, aparece la Real Cédula del 11 de junio prohibiendo la representación de autos sacramentales y comedias de Santos, entre ellas las de máquina real. Estas prohibiciones, junto con la de cofradías e impedimentos de bailes y representaciones en procesiones y atrios de las iglesias, así como una deriva hacia la cultura francesa e infravaloración de la nuestra, influyeron notablemente en las fiestas populares que se vieron reducidas en gran número. Desaparecieron en ciudades grandes, conservándose en pueblos y aldeas unidas a las fiestas patronales. Estas prohibiciones y acontecimientos históricos-sociales influyeron en la desaparición de las fiestas de moros y cristianos, de igual manera lo hicieron con la máquina real que dejó de representar obras de santos durante la cuaresma, y con la tarasca y su cortejo de gigantes y cabezudos que dejaron de encabezar la procesión del Corpus.

El propio arzobispo Lorenzana, en 1777, consideró que «las danzas, lo mismo que los gigantes y las gigantillas de la procesión del Corpus, eran producto de la barbarie e ignorancia de otros tiempos, contradecían la gravedad y seriedad del culto divino y distraían la atención de los fieles de su único objeto, la Eucaristía. Merecían, por tanto, ser prohibidas, aunque era preferible hacerlo paulatinamente para no herir susceptibilidades ni afirmar abiertamente que una práctica educativa empleada por la Iglesia desde hacía tantos años era un error».

La ilustración; trajo consigo el desarrollo de las ciencias experimentales, la reforma del sistema educativo, el progreso científico y las prohibiciones en las artes escénicas. En este periodo nació el Tutilimundi; para divulgación del conocimiento a través de la muestra de cosmoramas animados inspirados en imágenes nunca vistas de otros países. También sale a las calles Don Cristobal, máximo representante de la sátira social a las costumbres, a la injusticia y a las desigualdades sociales. El títere de guante se convierte en la única forma de supervivencia de muchos actores y titiriteros, expulsados de los teatros y las celebraciones religiosas.

En plena revolución industrial el teatro no es ajeno a los cambios que la tecnología audiovisual está generando en la sociedad; las linternas mágicas, sombras chinescas, zootropos, panoramas ,dagerrotipos y mundinovis, enseñaron al público una manera distinta de ver el mundo. Nace el teatro romántico y con él; los decorados corpóreos y realistas, el vestuario se adecua al momento histórico del personaje, la luz de gas ilumina la escena, creando fantasmagorías y efectos especiales. Autores teatrales como Moratín o Zorrilla no escaparon a los encantos de estos reclamos visuales y es en Don Juan Tenorio donde, con más claridad, encontramos este movimiento y como sin él no entenderíamos la evolución del teatro hasta nuestros días.

La depresión y ruina social española, llega al teatro de finales del siglo XIX, del modernismo se pasa al esperpento de la mano de Valle Inclán, quien plantea una regeneración de la España caduca, «anclada en los sueños de un imperio pasado», criticando el orden establecido a través de sus personajes, qué movidos como títeres, por su autor, representan a la vez la tragedia y la farsa en un mundo deforme y absurdo.

Con la llegada del nuevo milenio, llegan las vanguardias artísticas y el teatro del absurdo. Si alguien ha sabido aglutinar los nuevos estilos teatrales en uno, ese es Francisco Nieva y sus marionetas furiosas; como muestra de la personificación del sarcasmo, las burlas y la agudeza irónica.

Contenidos de la exposición

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Exposición completa con 10 escenografías, dinamizada por un especialista en teatro de figuras, con actuaciones y talleres didácticos.

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